domingo, 2 de octubre de 2016

Mujer/Madre/Mujer/Madre y así

Tener un hijo me sacó el chip del blablabla y me insertó el chip del ejemplo. Lo que esta persona que estoy criando será y hará es lo que yo soy y hago ahora. Todo comenzó con la libertad y la lucha contra los mandatos familiares, sociales, culturales, etc etc. Partiendo de la base de volver a mi casa después de una cesárea sin un compañero que me ayude a curarme la cicatriz. Me costó meses de aguantar las lágrimas, un fangote de guita en psicólogo, me costó la lactancia, me costaron muchos kilos, hasta marearme por no comer por un estómago repleto de nervios. Por supuesto que salí adelante, siempre fui una mina resiliente, pero esta me costó más que cualquier otra cosa en mi vida. Vamos a obviar el hecho de ser madre y el milagro de la vida, porque quiero enfocarme en lo que decía al comienzo. Hoy entiendo que me costó tanto porque mientras sucedía todo eso yo quería liberarme de los mandatos. Pensaba que sólo era cuestión de proponer y practicar, pero no, la esencia también está inundada de estos "debería"... igual yo seguí dándole, y haciendo, y conociendo gente, enamorándome, mudándome, y ahí estaba constante esa lucha que se volvió un dolor de cabeza crónico. Me volví a mudar, volví a mover todo, volví a poner la jeta con mis viejos y decirles que oootra vez iba a cambiar mi vida. Hice que mi hijo dejara de ver personas que ama, que conoce, que lo aman, lo quieren, lo extrañan. Lo saqué de una casa donde era muy feliz. Pero yo sabía que era por algo. Y ese algo es mi hoy, mi paz, mi reencuentro con él, nuestra conexión, nuestra casa, a la que por fin reconozco como mi hogar. De dos, pequeña, pero llena de amor y buena vibra. Porque acá estamos tranquilos, porque yo estoy tranquila.

No me arrepiento de nada, pero los fantasmas me persiguen. Me avergüenzo por ser tan fuerte y tan débil a la vez. Estoy tan repleta de mí que me desconozco. Me he aventurado demasiado adentro como para darme cuenta que este espacio es un universo infinito, que lo que había conocido era sólo una galaxia. Cumplí 30 años y los festejé como había festejado los últimos 15 cumpleaños. Y ahí me di cuenta que hace un año yo no soy más esa persona, y me asusté porque todos los que me conocen tienen esa imagen aún, me doy cuenta, lo viví esa misma noche. Soy una persona que ha cambiado y no se reconoce todavía, y sentir que no tengo apuro en resolver todo también es nuevo. Es bueno a veces ponerse en pausa y mirar adentro... como esta noche, que el chiquito se durmió temprano. Soy mamá y es lo mejor que sé hacer. Soy una mujer que se está redescubriendo como tal. Creo que nada malo puede salir de esto. Confío en Dios, en mi familia, y en el amor en todas sus formas para seguir por la vía de la honestidad y no engañarme. Así, finalmente, podré ser yo, y él, libre.-

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